Soneto 130

TRENECITOS SIN RIELES

La luna era un lunar en cochecito
y el mar un oleaje de volantes.
La vida iba en tiovivo pequeñito
abriéndose camino entre elefantes

de cartón y camiones de bomberos
del país de Liliput, cascabeles,
flores de mentirijillas, sombreros,
mantillas, trenecitos sin rïeles.

Sobre las ferias de entonces, giraba
aquel cochecito alegre de luna
y de mar, y una niña que soñaba

con ser niña de mayor. Una a una,
dos a dos, la niña vueltas contaba.
Hoy pide al sol otra vuelta a la cuna.

Soneto 129

DONDE ESTALLA LA VIDA 

El sol tiene seis años entre velos
y mantillas. Lleva blanca rebeca,
botas de mujercita, y siete pecas
que salpican la flor del caramelo.

El sol tiene ojos chinos por la risa
que en su boca estalla, ¡tan torbellina!
como huracán de luz y purpurina.
Es de abril la metáfora precisa.

Con esa risa quiero hacer mi escudo
cuando, en la noche oscura, me sorprendan
los fantasmas melancólico y mudo.

Será mi cascabel cuando se enciendan
los silencios más graves, los más crudos.
Mi luz en las tinieblas que me prendan.

Soneto 128

ALLONS ENSEMBLE!

Porque apareces siempre pertinente,
gladiadora que vence al desvarío,
que borra los fracasos de mi mente,
que usa mi llave cuando tengo frío.

Porque me pintas la vida en rosa,
y me haces poner cursi, y decir
que tu boca es dulce, que no habrá cosa
tan dulce ni mejor adonde ir.

Porque lías edredones con tu pelo
y tu acento francés de terciopelo.
Porque tú me ofreces la Tour Eiffel

cuando la tristeza me encuentra en cueros.
Porque hace buen día. Porque te quiero.
Allons ensemble, découvrir la liberté!

Soneto 127

PURO Y CLARO

Yo quiero que también mi verso, limpio, brote
de manantial sereno, humilde, puro y claro.
Que de sencillas flores silvestres sea su dote.
Parco para lo raro, para lo simple avaro.

Casado con la tierra, cosido con lo humano,
en tregua permanente contra la odiosa guerra,
en paz entre mis sesos que dictan a mi mano,
en lucha con la muerte, con todo lo que aterra

al hombre que vivir sencillamente quiere,
al que tropieza siempre, y rueda y rueda y rueda,
al que se yergue nuevo, pero otra vez se hiere.

Al camino, a la edad (la perdida arboleda)
cantarle; a la bondad, a lo que nunca muere.
El odio viene y va, pero el amor se queda.

Soneto 126

DE BARRA A BARRA

No hagamos inventario de suspiros.
Derrochemos sin cuota ni mesura.
La luna está que arde en mis papiros.
Es noche de perder la compostura.

Pongamos al pasado de avalista.
Mandemos al futuro la mañana.
Hoy que hay ganas, no perdamos de vista
este olor tan presente de manzana.

Pecado es no pecar si se te ofrece.
No merece una misa el mequetrefe
cándido santón que nunca desbarra.

Ni tú ni yo queremos que nos rece
la pía más beata ni su jefe.
¡Llenémonos de amor de barra a barra!

Soneto 125

BARÁJAME LA VIDA

Y pinta en copas finas de Bohemia
lo frágil de este plan y de esta luz,
enfermos de impotencias y de anemia,
sentenciados al clavo y a la cruz.

Me hice socio de Pepe Arimatea.
Y tú con Nicodemo según dicen
te copeas. De Marta filistea
tengo el WhatsApp. A ver si nos bendicen.

Este calvario no es para aprendices
de mártires santones ni sor Juanas.
Hace falta valor y mucho oficio

para vivir, igual que las lombrices,
pero feliz, lo mismo que gitanas,
sin puerta ni ventana ni orificio.

Soneto 124

CUANDO VUELO

Me acuso de querer vida contigo,
de hallarte en otra piel, en otra boca,
de confundir la harina con el trigo,
de esta sed de tu miel que me desboca.

Me acuso de vivir como un mendigo
apostado a tus pies como a una roca.
Me acuso de buscarte como abrigo,
de encerrarte en mi sien como a una loca.

Me acuso de quererte a ras de suelo,
de no firmar la paz con los recuerdos,
de perder los papeles cuando vuelo.

De volver al presente lo vivido,
de escapar de la cuerda de los cuerdos,
de exiliarme del bando del olvido.