lunes, 26 de febrero de 2018

Soneto 4

PARA LAURA III

Te descoso un lunar con adjetivos
si me rascas los pies como tú sabes,
si duermes del revés porque no cabes,
si me cuentas un cuento en ablativos.

Afiliado al partido de tu antojo
bienvendí mis pecados al demonio,
desterré mis errores con tricornio,
tuneé mis muletas de andar cojo.

Sultana del edén de los inciensos,
ardilla entre los ramos del domingo,
calvario sin bastilla y plenilunio:

bendito sea aquel miércoles intenso;
bendito aquel correr, aquel respingo;
aquel octubre aquel, con piel de junio.

domingo, 18 de febrero de 2018

Soneto 3

PARA MARTA.   (17 de febrero de 2018)

En esta primavera que comienza
serás más primavera, más abril.
No transcurren los años para ti:
resbalan por tu piel y por tu trenza

como gotas de lluvia que avergüenzas.
Ser tierna flor, siempre, ése es tu fin,
y si lo niega el sol o el alhelí
les muestras tu verdor que se convenzan.

En ti va la belleza del madroño
cuando al monte te acercas en invierno,
y al zorro más experto haces bisoño.

En ti va mi alegría, y retoño
al escuchar tu voz, tu acento tierno
silbando entre las ramas de mi otoño.

Soneto 2

PARA LAURA II.       (1 de febrero de 2018)

Hay quince primaveras apenadas
y peces salpicando en tu mejilla.
Hay un mechón de plumas sonrosadas
en el pastel lunar de tu barbilla.

Estás fuera de ti, como alejada,
y vuelan al cajón de tu mesilla
en éxodo tus pecas, tus miradas
de inocente y vivaz animalilla.

¿Algún joven gorrioncillo rompió
las reglas de tus juegos infantiles?
¿Pesares de amor en tu corazón?

Maltrago meditando el amargor
de mi saliva. En tiempos pueriles,
recordando, también fui gorrïón.

Soneto 1

PARA LAURA.          (31 de enero de 2018)

¿Por qué cuando te miro casi lloro?
¿Por qué recuerdo a Lorca fusilado?
Serena y dulce duermes a mi lado
y el día da comienzo a su decoro.

Florecilla en mi almohada, yo imploro
una plegaria por ti, un recado
para mis viejos dioses olvidados:
salud y dignidad con mi tesoro.

Sonríes cuando duermes ¿no lo sabes?
Y las sábanas rosavïolean
con arrullo si ven que te levantas.

Hay un tropel de sombras que se evaden
al clarear tu luz si parpadeas
y la alcoba es río que ríe y canta.

Soneto 227